Reseña publicada en La Verdad de Murcia en julio de 2019
Un equilibrio perfectamente calculado entre lo conmovedor y lo espeluznante, entre lo grotesco y lo compasivo, sobrevuela las historias de Caridad, de Mark Richard. Publicado por Dirty Works (con una edición impecable y una traducción soberbia de Tomás Cobos, quien también tradujo el primer volumen de cuentos del autor El hielo del fin del mundo para el mismo sello), este libro de cuentos es como una barca abandonada, vacía e inquietante en la que nos dejamos llevar corriente abajo, para asistir intrigados a un carrusel de granujas, personajes de puño rápido, solitarios o marginales que sobreviven a peripecias que bordean el surrealismo.
Richard escribe historias duras, con situaciones y acciones que funcionan como catalizadores para golpearnos y zarandearnos, pero a la vez logra envolvernos con una sensibilidad juguetona y compasiva. En este sentido destaca la eficacia y potencia de los relatos narrados por niños, y es que es al adoptar voces de juventud cuando el estilo árido y poderoso de Richard se eleva hasta lo magistral (“El día de los caídos”, “Pacto entre caballeros” o “Los pájaros por Navidad”). Cuentos adictivos, salpicados de imágenes singulares y evocadoras, con los que el autor excava en la sordidez de los entornos sureños (un microcosmos de caravanas, hebillas, hospitales y olor a pescado) para desenterrar una belleza tan dura como brillante.