Experiencia en la Feria del Libro de Madrid 2022

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firmo en la feria del libro de madrid

Lunes de digestión tras el empacho de feria que inunda los muros de este municipio digital. Es normal, llevábamos tiempo deseosos de celebrar, de encontrarnos y de compartir rodeados de esos objetos que adoramos. Confiamos en que todo iba a ir bien. Ahora nos lo merecemos.

 

Aproveché mi primera experiencia en la feria para reencontrarme con Madrid y perseguir la sombra de aquel joven algo ingenuo que maduró en la capital. Más allá de los libros, ha sido un fin de semana ardiente en el que tuve tiempo para perder el tiempo en la cuesta de Moyano, de recorrer las fachadas de los pisos donde viví y entrar furtivamente a los bares donde comía bocatas a dos euros (ahora ponen uñas postizas o están llenos de lavadoras que funcionan con monedas), ver un conciertillo molón con otros cuatro gatos de público en el Café Berlín, volver a comer la mejor tortilla de patatas del mundo en la plaza Olavide, echar unas cañas en La Latina hasta la madrugada (con Isa Sarabia, ¿con quién si no?), desayunar en una terraza de Argumosa, visitar la Biblioteca Pública Chamberí José Luis Sampedro donde tantas horas eché (secreto: una vez, tras una separación sentimental dormí en una pensión durante unas noches y mientras buscaba nueva habitación, aquella biblioteca fue mi refugio físico y mental)… Necesitaba estos días para cerrar algunas cuentas pendientes con el pasado.

 

 

En cuanto al día de la firma, las visitas no dejaron de sorprenderme: compañeros de trabajo ( Morena Morante, Bárbara Ferrer y Ali, Jesús Casañas, Jorge Ordas, Ricky Ramone y Teresa), amigos del fútbol (el gran Mario Guzmán en representación de la comunidad navarrica), amigos de siempre (Antonio Esparcia, Manolo, Rober, Marcos G. Piñeiro, Tomás Martínez y Elena Cano Esteban), compañeros de formación (Isabel Delgado Mansilla, Silvia Mdelac), compañeros de la UCM que hacía ¡18 años! que no veía, y otros que tuvieron el detallazo de pasar a saludar aunque ya tenían el libro firmado de antes (el gran Kenny Bell), familiares (primazo Rodri y la eminencia Santiago Moreno) y amigos del mundo de las letras a quien al fin puse átomos (Miguel A. Zapata y Carlos De Miguel Aguado). Es emocionante imaginar a alguien que organiza su jornada para hacer coincidir sus pasos justo en tu momento más esperado, para darte un abrazo, un beso, para estrecharte la mano y desearte suerte… Dice mi editor Mariano Zurdo (que ya lleva unas muescas en el fusil) que la cifra de firmas superó las expectativas. Pues miel sobre hojuelas, oiga.
Vuelve el lunes. Ya pasado el ciclón de emociones, se diluyen los restos de un fin de semana en el que el espejo del tiempo me ha devuelto un reflejo extraño que mezcla nostalgia y cierta satisfacción por el camino recorrido. En realidad, no es más que una palmadita en la espalda.

 

Trifon Abad y Miguel Angel Zapata

Con el genial escritor Miguel Ángel Zapata.

Me pareció reconocer (entre los curiosos que se acercaban a la caseta 135 para ver quién era ese autor desconocido que tenía cola de lectores) a un joven vestido de negro, rapado y ya calvo en la coronilla, que se acercaba y se alejaba, tímidamente. Un chaval recién llegado de Murcia con una mochila enorme a la espalda, llena de ideas para cuentos que, por timidez, no me saludó. Pero yo sé bien quién era y le mando desde aquí un abrazo.