Tras la presentación de “
La condición despistada“, hace unas semanas en
Libros Traperos. me acerqué al autor para pedirle que me firmara un ejemplar y también para pedirle que contara conmigo si alguna vez montaba un “club del despiste”. La respuesta de
Jesús García Cívico fue algo como: “vale, lo intentaré pero casi seguro que se me olvida”.
La charla entre el autor y Carlos Gil Gandía resultó tan divertida, lúcida y edificante que entre el público flotaba una pena porque se nos había hecho muy corta. Afuera arreciaba una especie de cierzo (que pasaba por Murcia por despiste) y nos hubiéramos quedado horas participando en la tertulia. Salí con unas ganas enormes de deambular por las páginas del libro, pero fui a comer a casa de mis padres y tuve que volver al día siguiente porque, como era de esperar, lo olvidé allí.

En mi opinión, la primera genialidad de este ensayo es el propio descubrimiento del despiste como concepto de reflexión capaz de dar tanto juego. “
La condición despistada” (
Editorial Candaya) expone nuestro derecho a divagar, una excusa enciclopédica que nos defiende al permitirnos la evasión y que documenta cómo gracias al error (voluntario o no) han surgido nuevos caminos y se han renovado dogmas. El despiste como hilo conductor entre literatura, sociología, historia, cine o filosofía. Una inspirada ilación de ideas (cada nueva reflexión parte de la última frase de la anterior) que nos regala un sinfín de vías por las que deambular. Por los aquelarres del olvido, que viva el despiste.